Tomé la decisión más difícil de mi vida cuando nació mi primer hijo: dejar mi carrera profesional.

No podía imaginarlo en una guardería con apenas cuatro meses. Pero tampoco quería renunciar a sentirme realizada, aportar y crecer con un negocio propio.

Así empezó todo.

Con ilusión, pero también con mucho miedo al fracaso.

Junto a una social empezamos desde cero, creando contenido y montando toda la estructura… pero al poco tiempo me quedé sola, sin rumbo, sin ingresos estables y con la sensación constante de perseguir clientas.

No entendía por qué nadie me compraba, si lo que ofrecía era "maravilloso".

Créeme: lo intenté todo: formaciones de high ticket, todas las estrategias de RRSS, noches eternas trabajando..

Pero nada cambiaba.

Hasta que comprendí que el problema no era mi esfuerzo, sino la falta de una estrategia sólida.

Y descubrí que la clave era tener un sistema automatizado que además podía mejorar con mis conocimientos en Inteligencia Artificial.

Así que, con mucha paciencia (y algunos altibajos), me propuse, una vez más, intentar que mi negocio funcionara.

Lo mágico de tomar acción, es que eventualmente las cosas SUCEDEN.

A los pocos meses comencé a retomar el control de mi negocio, comenzaron a llegar más clientas (algunas por recomendaciones), pude seguir invirtiendo en mi negocio, consolidé un equipo de trabajo y me mudé a una oficina.